a) Investigación cualitativa y cuantitativa del marco económico financiero empresario

ATCE S.A., empresa polifuncional de servicios de investigación de mercado, ha elaborado un informe que – en una breve y apretada síntesis -, se transcribe para conocimiento de nuestros clientes y vinculados. Consideramos que la opción resultará atractiva para su análisis y comprende la aplicación del equilibrio presupuestario y el resultado de gestión, interpretado en función del mercado y de la política económica.

Ninguna empresa que se precie de tal puede renunciar a gobernar en el mercado. Esto significa que en materia de orden financiero, nada mas ni nada menos que se deben implementar políticas de erogaciones eficientes en cuanto a su productividad, sustentables en lo que se refiere a la capacidad de administración y que se solventarán y basarán eficazmente en el alcance de los recursos y solidarias en términos de la atención de las obligaciones contraídas. Es el eterno dilema del gobierno acerca de cómo siempre que protegería a los mas desprotegidos.

Una correcta administración  no puede gastar indefinidamente los recursos que no se obtienen en forma genuina, dado que seria imposible materializar una posición de equilibrio  se mantendría en una crisis financiera permanente. Tampoco puede limitar su acción al cumplimiento del equilibrio presupuestario, olvidándose de atender aquellos requerimientos emergentes de la actividad, puesto que ello no seria administrar seria o sabiamente los recursos. Esta definición económica, compartida por todos los hombres que gerencian y dirigen las empresas, se ha incorporado progresivamente en el plano normativo a través del funcionamiento de un buen sistema orgánico que cada empresa aplica de acuerdo a su tecnología en el tratamiento de las finanzas.

La formulación, aprobación y ejecución del cash-flow deberá ajustarse a un estricto equilibrio económico-financiero, intergerencial, en el cual no se autorizarán gastos sin la previa fijación de los recursos realmente disponibles y su respectiva aprobación.

La empresa determinara las responsabilidades emergentes de la inobservancia del equilibrio económico-financiero, tanto en la aprobación como en la ejecución, siendo de aplicación las sanciones previstas mediante una reglamentación a tal efecto, reglamentación que estará a cargo de un comité no burocrático de representantes del Directorio y de departamentos circundantes con aquellos que se hallen ligados a administración y finanzas.

Posteriormente, limitando el cumplimiento estricto del equilibrio financiero, las etapas de formulación y aprobación del Cash-Flow devengarán una posición de racionabilidad causado en el cálculo de las erogaciones, las cuales deberán ser posicionadas por un período de 180 días máximo.

En lo que respecta a la ejecución del posicionamiento, se determino que “deberá adecuarse al objetivo de la ecuación ingreso/gasto/inversión”. Lo cual indica que los administradores deberán  interpretar que el objetivo es la tendencia al equilibrio  entendido como la posibilidad real y concreta de sostener a mediano y largo plazo la gestión financiera de todas las empresas, y no el equilibrio aritmético puntual, exacto, de las cuentas que significan erogaciones.

Asimismo, y a efectos de contemplar el tratamiento de situaciones que merecieran consideraciones puntuales, que en sus partes sustantivas disponen  que “se considerará que se preserva el objetivo del equilibrio financiero en aquellos casos de desvíos cercanos al equilibrio, siempre que se presente la fundamentación que lo justifique, y esta resulte aceptable para el Directorio, o en todo caso para los niveles gerenciales de seguimiento y control de gestión, que a su vez se pronunciará a través de un informe técnico-económico-financiero”.

Cuando se considere necesario, para tener por cumplido el objetivo de equilibrio financiero, se requerirá de la empresa un programa de metas a cumplimentar en los ejercicios siguientes, considerando a los mismos bajo el carácter de devengamiento y cálculo por exceso. Esta ruptura del equilibrio será evaluada por una Comisión de Evaluación integrada a tales efectos por el Directorio de la Empresa. Establecidas las pautas y acordadas con los Departamentos Intervinientes en la ruptura del equilibrio, podrá la citada Comisión de Evaluación considerar justificados los desvíos en la ejecución.

PRIMERA CONCLUSION

El marco corporativo en materia financiera  ha ido acompañando una estrategia firme de gerenciamiento, que la mayoría de las empresas  ha hecho propia: el equilibrio presupuestario es un objetivo que se logra mediante una política responsable de las finanzas privadas, que sostenida en el tiempo, muestra una tendencia al saneamiento definitivo de las finanzas corporativas. Estas situaciones merecen una certidumbre y precisión a fin de comprender situaciones que, dentro de los objetivos sociales y estamentos burocráticos, merecen un tratamiento específico para dictaminar sobre las ejecuciones de los Cash-Flow en ejecución con todos los elementos de juicio necesarios en un marco de absoluta transparencia.

SEGUNDA CONCLUSION

Si todas las medidas propuestas no son tomadas en forma rigurosa, nos encontraremos que dentro de las empresas se hará presente “La larga sombra de la pobreza”

La desigualdad en la distribución del ingreso y, más específicamente, la pobreza y dificultad en la obtención de los ingresos, constituyen, a los ojos de buena parte del mercado empresarial, uno de los flancos más débiles de la administración. Desde las Cámaras de Comercio, sin embargo, suele responderse con datos de índole razonable y que son de conocimiento público.

Los últimos indicadores de dificultades en atención de las obligaciones constituidas por las empresas, nos indican que el 34% de las mismas no disponían de los ingresos necesarios para acceder a esquema básico de autofinanciamiento.

Sin embargo, si se examina la cuestión en términos de largo plazo, puede apreciarse un comportamiento revelador. El porcentaje de empresas ubicados por debajo del autofinanciamiento se triplicó entre 1980 y 1998. Durante los años '70, antes de la crisis de la deuda, la inadecuada  distribución de los  ingresos no constituían, aún en contextos de inflación cambiante, un problema acuciante en la Argentina. El índice de empresas con necesidades básicas de financiamiento era relativamente bajo, inferior a los que exhibían la mayoría de los países de América latina y otros con niveles de ingresos similares a los argentinos.

Al mismo tiempo, al intentar la redistribución del ingreso, medida con los indicadores habituales, se comparaba favorablemente con la de estos países e incluso con la de gran parte de las economías desarrolladas. Los recursos provenientes de actividades con un alto contenido de renta, fundamentalmente explotaciones agropecuarias extensivas, permitían estimular el crecimiento de industrias con salarios relativamente altos y muy elevados niveles de ocupación. El funcionamiento de un sistema de seguridad social en maduración permitía, al mismo tiempo, niveles razonables de beneficios.

Aunque esta situación mostraba signos de inestabilidad y tasas de inflación crecientes, se pudo sostener a costa de un fuerte endeudamiento externo en la segunda mitad de la década de 1970, lo que perjudicó por entonces al famoso “compre nacional”. Las políticas de apertura debilitaron enormemente el potencial de los ingresos y el margen de rentabilidad empresario.

El panorama cambió radicalmente a partir de la crisis de la deuda a principios de los años '80. Los niveles de falta de ventas abiertas, que desde fines del siglo pasado eran insignificantes, empezaron a crecer. Los sectores manufactureros, que habían sido tradicionalmente una fuente importante de absorción de mano de obra, crecían menos o se estancaban y expulsaban empleo en términos absolutos. El salario real cayó y la desocupación (abierta u oculta) aumentó hasta niveles relativamente altos primero y hasta cifras récord más recientemente. Al mismo tiempo, los sistemas de seguridad social entraron en crisis. Como consecuencia, aparecieron síntomas claros de una pobreza creciente y una notoria concentración del ingreso. La traslación de este fenómeno tiene una recurrencia exclusiva hacia las fuentes de trabajo.

A fines de los '80, la organización económica imperante entró en una fuerte crisis, que desembocó en las  hiperinflaciones de 1989 y 1991 partir de 1991 se inició un importante proceso de reformas estructurales  que continúa aún hoy. Uno de los  hechos más llamativos es que, durante un período de crecimiento económico sostenido, los indicadores de insatisfacción o insuficiencia de financiación se mantuvieron siempre en niveles elevados.

Se puede hablar, además, de un cambio cualitativo en el nivel del autofinanciamiento, en concordancia con el incremento de obligaciones basadas en sistemas financieros perversos. Entre 1985 y 1989, los incrementos en  los indicadores de autofinanciación  esta asociados con elevadas tasas de inflación. El año 1991 marca un punto de inflexión, en el que la inflación se reduce drásticamente mientras que la redistribución del ingreso comienza a  empeorar, y muestra una dimensión hasta ese momento desconocida en la carencia de soluciones para subsanar el endeudamiento de las empresas en la Argentina: los más carentes de recursos  entre los carentes se ven perjudicados a pesar de la reducida inflación y de las elevadas tasas de crecimiento, las cuales no pueden ser usufructuadas por mermas cuyo origen financiero resulta evidente.

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